Ojala todo pudiera consistir en un deseo, que el silencio no enmascarase la mentira, así la verdad sería la más absoluta triunfadora, encogiendo en un suspiro, el amargo sabor de una derrota, que no consigue amargarme, ya he sido compañero del fracaso. ¿Qué hacemos buscando en el interior de nuestro ombligo? No busques en la oscuridad de ese terrible agujero, sin fijarte en ese frio aislamiento sin horizonte, no te dejes vencer de la indiferencia, por ignorar los miedos e inseguridades que nos ofrece el viento, simplemente por ver cómo te crece el pelo.
Ojala me dejaran cumplir un deseo, donde todos pudiéramos mirar el mismo cielo, y cada día, con estricta igualdad, marcada por una nueva sabiduría de la naturaleza, que el hombre no pudiera manipular, recibiéramos a través de un devenir invisible, esa dosis de droga necesaria, aunque fuera puro veneno, pero que uniformemente hiciera, entre todos, y solo con respirar, que entrara bien dentro, tan fácil, al inhalar, y así, pudiéramos conseguir un mundo mucho más ameno.
Ojala soñara todas las noches con un deseo, si pudiéramos olvidarnos de símbolos absurdos y promesas incompletas, esos que se utilizan para intentar unir, pero que al final, consiguen distanciar sin remedio, unos de los otros, que no utilizáramos nunca mensajes vacios sin mirar al corazón, a tu corazón, al de enfrente, al de cualquiera, y a lomos de la paloma, la mensajera, pudiéramos huir del frio que nos separa, para buscar en tus ojos, el calor de las personas, en esas pupilas derretidas, que al sentir tiemblan para expresar, lo que de otra manera no pueden contar.
Ojala pudiera gritar ese deseo, con una rabia sin medida, viajaría, si, hacia esa fuerza contenida, gritaría, después, te susurraría, y despacio, el fluir sacaría todo ese odio de dentro, como la luz que penetra en aquella emoción, imagina, la pureza del niño que sueña su ilusión, para poder conseguir el objetivo, moverlo solo un milímetro, pero, desde dentro, cambiaría este mundo tan feo. Después, podría respirar, te podría decir, sin más, que estoy aquí, en contra de todo, de todo eso, y tú sabrías que, desde dentro, quiero cambiarlo.
Tú, perpleja, me miras, y me dices, “anda calla, anda, y pide un deseo”.